El Eros de Diotima

Un tesoro de mujeres excepcionales nos ha legado la cultura griega. Pero entre estas maravillosas mujeres aparece una genial desconocida de la que sólo sabemos su existencia por el banquete, de Platón, esa obra maestra sobre el amor. Su nombre es Diotima, "la extranjera de Mantinea", que destaca entre todos los personajes femeninos que pueblan este fabuloso universo, este Partenón ideal. De Antígona, Nausicaa, Helena, sabemos sus historias, lo que hicieron y padecieron. A Diotima la cerca un gran silencio. Sólo muchos siglos después aparece una Diotima luminosa y amorosa en el Hiperión de Hölderlin. Ninguna otra referencia encontramos en la literatura griega, y se supone que, como la Dulcinea cervantina, fue ese nombre "músico y peregrino" también un invento de Platón.


Es sorprendente que en boca de esa misteriosa mujer aparezca la primera interpretación y teoría del Eros. El dios del amor llena con sus hazañas toda la literatura griega, pero es precisamente en El banquete, en el que varios hombres intentan definir el origen y sentido del Eros, donde brilla el discurso y la interpretación de la clarividente mujer.


En el diálogo platónico hay, como es sabido, varios discursos explicando el fenómeno amoroso. Por ejemplo, el de Aristófanes conde se cuenta la historia de una naturaleza humana hecha de extraños seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales y dos rostros. A esos seres redondos de extraordinaria fuerza e inteligencia, los dioses, por temor a su poder, los partieron en dos. Tal fractura es la razón de que esos seres rotos anden continuamentente buscando la mitad perdida, La característica esencial de la vida será, pues, esa sustancial insuficiencia. No somos autárquicos: necesitamos del mundo que nos rodea y de los otros seres que nos acompañan en el camino. Una necesidad que se manifiesta en el amor como expresión de la natural pobreza. Lo mismo que las palabras nos hacen animales distintos de los otros mamíferos y nos posibilitan la mutua comunicación y comprensión a través del universo ideal del lenguaje, el amor nos empuja a otra forma de identificación a través de los múltiples reclamos del bien y la belleza en el cálido universo afectivo de los sentimientos.


Diotima, "que me enseñó las cosas del Eros", según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que "no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo", sino algo intermedio -metaxy- entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ses carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta entre los mortales un impulso hacia la hermosura,hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, "porque ya tienen el saber". Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal.

El carácter de mediador lo debe Eros a su propio origen: cuando nació Afrodita, los dioses celebraron también un banquete. Allí llegó a mendigar Penía, la pobreza. Poros, la abundancia, el hijo de Metis, diosa de la prudencia, del saber y de la astucia, "entró embriagado en el jardín de Zeus y se durmió". Penía, ansiosa por salir de su miseria, se acostó junto a Poros y engendró a Eros con él.

Esta tensión continua, esta búsqueda de unión y de compañía, esta lucha entre la pobreza y la riqueza, entre la muerte y la pervivencia, arranca del supuesto desequilibrio en el nacimiento de Eros. Como hijo de la pobreza, está lleno de necesidades, "vive al borde de los caminos" y anda siempre, en su desamparo, buscando cobijo; mas por parte de su padre, "está al acecho de lo bello y de lo bueno y es ávido de sabiduría". Un seguidor eterno de aquello a lo que aspira. Esta búsqueda es, precisamente, lo que da sentido al vivir. La tensión amorosa engaña a los seres humanos haciéndoles creer que va a ser suyo aquello a lo que aspiran. Un engaño que, paradójicamente, da aliento y felicidad, porque aunque la indigencia se mantenga a lo largo de cada tiempo, esa insistencia del deseo en el pervivir es una forma mentirosa de dicha.


El Eros nos hace salir de nosotros mismos, nos arranca de la soledad y nos inserta en un mundo distinto y perenne donde la efímera individualidad se alza hasta la verdad y la belleza "con lo que todo lo bueno está emparentado". Este ascenso es una muestra de como en el desvelo amoroso, sometido a la propia estructura corporal, brota la esperanza que es, en el río del amor y la memoria, la forma humana de eternidad. Todo lo otro que ha montado el gran engaño de la ignorancia es pura miseria y, en el peor de los casos, pura perversión lastimosa del inabarcable territorio del amor. "En él sí que merece la pensar vivir", dijo la mujer de Mantinea.

Instinto, adicción y encanto

De belleza inocente, desasosegante y adulta, a Raquel Weisz las ven heredera de Charlotte Rampling y Jacqueline Bisset. En "AGORA", de Amenábar, es Hypatia, una atea en el ocaso del Imperio romano.



Hay actrices que no necesitan más guardaespaldas que sus gafas de sol. En este caso, de Balenciaga. Algunas incluso tienen en su cuarto de baño un Oscar reciente a la mejor actriz -en este caso, de 2oo6 por El jardinero fiel-, pero se pasean por la calle pisando tierra y una una alfombra roja. Rachel Wisz (el caso del que hablamos) asegura que se siente como una más, aunque es difícil creer que tanto talento, magnetismo y belleza coincidan sin más en una sola persona. Ella se ríe: ni fue la guapa de la clase-"¡era guapa, sí, pero no de esas guapas que no necesitan tener una conversación interesante!"- ni pisó nunca una escuela de interpretación. De la carrera de literatura en Cambridge pasó al teatro: "Estudié literatura, poesía, porque lo que me gustaba y lo que todavía me gusta son las historias: leerlas, o que me las cuenten, o como ahora, contarlas yo".


"No soy una actriz pesada ni tozuda, discuto mucho antes del rodaje las cosas con las que no estoy de acuerdo, pero luego acato las decisiones y no doy problemas", continúa Weisz confirmando las palabras del propio Amenábar: "Es una mujer que no se guarda las cartas, es muy sana y dice lo que tiene que decir. No es una mujer complicada, aunque eso no quiere decir que no sea compleja".



En cualquier caso, la complejidad es algo que fascina a esta mujer con unos ojos verdes que, rodeados de pestañas y cejas negras, parecen no querer perder detalle de lo que ocurre a su alrededor y que son capaces de expresar el mayor júbilo con su simple aleteo. Tan inocente como desasosegante y adulta. "Yo amo la imperfección. La gente imperfecta me encanta. Difíciles, metepatas, complicados... Cuando era más joven me gustaba estar rodeada de gente imposible. Ahora menos, la verdad. Me gusta vivir tranquila, pero no en mi trabajo. ¿A quién le interesan las personas correctas y perfectas? ? Yo lo que quiero es que se entiendan los sentimientos más terribles y que se perdonen. Me gusta la idea de la comprensión y también la del perdón. Un actor es el abogado defensor de su personaje. Lo tienes que defender a muerte, aunque luego, con la distancia, descubras que era lo peor. Lo importante para un actor es no juzgar al personaje, eso jamás".

"Parece increíble, pero no había visto ni la película de Brando ni había leído la obra. Descubrirla fue una sorpresa. Creo que Blanche DuBois es el retrato femenino más completo que existe en teatro, toca todo, tiene 36o grados. Es un monstruo, es frágil, es dulce, es... es un desastre. Y claro, por eso me gusta, está fuera de control, haciendo cosas que nadie puede entender. Está hecha polvo. Tennessee Williams no habla de la mujer, habla de un ser humano, de alguien que está al límite. Cuando acepté el trabajo no era muy consciente de la enorme riqueza del personaje. No he querido ver ni la versión de Jessica Tandy ni la de Glenn Close, quería hacer mío el personaje". Su interpretación ha tenido excelentes críticas, la mayoría reparaban en que la actriz, todavía joven para el papel, le daba un nuevo giro. "No soy tan joven para interpretar a Blanche, Tennessee Williams la escribió para una mujer de 3o años, en esa época una treintañera sola era una solterona. Pero lo importante no es que sea mayor, sino que se siente mayor. Además, ¿qué pasa? ¿A caso han cambiado mucho los malditos parámetros? ¿De qué va, entonces, Bridget Jones?

Para la actriz, la edad solo puede ser un puente a mejores papeles. "Se vuelven más interesantes. Quizá envejecer ante una cámara en Europa es distinto a hacerlo en EE.UU." Al preguntarle por unas supuestas declaraciones suyas en las que afirmaba que el botox en las actrices debería ser penalizado como los anabolizantes en los deportistas, reacciona con algo de malestar. "Yo no dije exactamente eso, no se me ocurriría. No soy beligerante con esas cosas, cada uno que haga lo que quiera. Aunque sí creo que es raro, y solo digo raro, que una actriz se quite la expresión de la cara".



Casi rozando los cuarenta años, Weisz cree que elegir los guiones que le gustan es la única manera de controlar su carrera. "Antes hacía cualquier cosa para pagar la renta, pero ahora puedo elegir, y eso es importante". Dice que disfruta de su vida de estrella porque no se ha comido su vida de actriz: "Para mí no ha sido difícil, si voy a un evento con alfombra roja soy una estrella, pero en mi vida nadie me sigue por la calle. ¡Afortunadamente! Supongo que tienes que saber parar en el momento adecuado, no lo sé".




Tampoco le incomoda hablar de su método de trabajo, salpica la conversación con detalles que intentan explicar lo inexplicable ("actuar es relajarse, respirar hondo, es como el yoga; si duele, respiras, y vuelves a intentarlo... suena muy new age, ¿no? Pero es verdad, es importante estar relajado"). "La compensación profunda del teatro", añade, "es que uno cuenta una historia en directo, es puro rock and roll, está vivo, está ocurriendo, alguien tose en la primera fila, o bosteza en la tercera. Es tan excitante. Pero además, sobre el escenario eres el director, el montador, el músico y el peluquero. Todo. Eres el único responsable de que la gente se vaya o no contigo".

"Uno nunca está cansado cuando sube a él, no hay nada excepto lo que estás contando. No es mecánico, eso sería horrible; lo increíble es que cuando interpretas a Tennessee Williams, Shakespeare o Lorca, los haces tuyo de tal modo que no hay nada aprendido: literalmente, te arrastran detrás de sus palabras. El teatro es así de increíble y, aunque parezca duro, es mucho más fácil que la vida real, donde nunca tenemos un gran texto entre las manos". Pese a su entusiasmo, esta semana se acaba la función y ella viajará a Rumanía para rodar una película sobre el tráfico sexual de mujeres jóvenes en los años noventa en Sarajevo, una ópera primaria dirigida por la canadiense Larysa Kondracki. "Me gustó mucho el guión, sólo he visto un corto suyo, pero fue suficiente para arriesgarme". Otra vez fuera de sitio, algo a lo que dice estar habituada desde siempre,cuando era guapa sin saberlo.



"No es que no fuera guapa, es que era rara, sobre todo por dentro, por dentro siempre me sentí muy rara".

El fascismo despierta en Italia

Más de 55.ooo personas afiliadas; decenas de grupos "ultras" en los estadios de fútbol; bandas de rock nazi o identitario; agresiones contra extranjeros, negros, homosexuales.
Bajo el sonriente paraguas de Silvio Berlusconi, vuelven a Italia las consignas totalitarias y la violencia fascistas.

El fútbol, el culto a Hitler, la música hardcore y el rock identitario, las ocupaciones de casas, la nostalgia del grupo Terza Posizione, que sembró el terror a finales de los setenta; el Blocco Studentesco, que reventó hace unos meses las propuestas estudiantiles contra la reforma educativa del Gobierno; las agresiones continuas, las ideas de la Liga y de Forza Nuova elevadas a leyes de Estado, las frases revisionistas de Berlusconi sobre Mussolini ("no mató a nadie, mandaba a los opositores de veraneo"), y el férreo control de los medios de comunicación que ejerce el primer ministro conforman un panorama confuso, opaco, cada día más inquietante.

En Nazirock, una voz española, la de Manuel Andrino, jefe de Falange, hablando ante el congreso de Forza Nuova, aporta claridad: "¡Adelante, camaradas, hasta el exterminio total de los enemigos!"

"Legitimado, si no alentado desde el poder, cabalgando a lomos de la industria del miedo agitada por los medios de Berlusconi, y azuzado por la ignorancia, el nuevo fascismo italiano ha salido de las alcantarillas", afirma Claudio Lazzaro. "Pero sería erróneo afirmar que estamos en una dictadura y que Berlusconi es un neofascista. La historia no se repite nunca de la misma forma. Estamos frente a algo nuevo, ante una anomalía de los cánones de la democracia equivalente sin duda a lo que el fascismo representó en su día. Es un nuevo tipo de dictadura que trata de eliminar la separación de poderes y de esclavizar a la prensa. Es sin duda una deriva antidemocrática".

"Quizá se puede llamar empresarismo autoritario", concluye Lazzaro, "porque Berlusconi se comporta como un consejero delegado, y considera que la prensa y las televisiones son su órgano de información. En 15 años ha modificado el ADN de los italianos, ha sacado lo peor de nosotros y ya no nos reconocemos. Pero su técnica de marketing político es sencilla, estaba ya en Mi lucha, de Hitler: haz feliz al más ignorante, dirígete al más estúpido de la masa y así llegarás a los grandes números. Se trata de entenderlo, de darle un nombre y de combatirlo. Pero me temo que cuando lo hayamos entendido será demasiado tarde".

El cambio tranquilo

"Digo que en Euskadi la normalidad es revolucionaria porque el cambio consiste en hacer normal lo que debe ser normal", aclara el presidente del gobierno vasco. "Hemos situados las prioridades gubernamentales en los asuntos que más preocupan a los ciudadanos", afirma.

"No me gusta hablar de rectificación, queremos huir del revanchismo. Después de tres décadas en el poder, el nacionalismo no ha sido capaz de acabar con la ideología que sustenta a ETA, pero aunque unos tienen más responsabilidades que otros, este no deja de ser un fracaso colectivo", reconoce Patxi López.

Pese a su indudable trascendencia histórica, el cambio actúa con cautela, no mira hacia atrás, ni levanta las alfombras, camina con pies deplomo porque sabe de lo comprometido del paso y de las dificultasdes que entraña sustituir al partido hegemónico y rebatir la ideología dominante.

Aunque parece en buena forma física y ofrece a sus interlocutores una mano solvente, vigorosa, como si el cargo aportara un plus de confianza en sí mismo, cuesta imaginárselo con el chaleco alcolchado de los harrijasotzaileak (levantadores de piedras) tratando de alzar la mole de los 3oo kilos. Y sin embargo, necesitará de esas fuerzas y de muchas más porque lo que se propone es una proeza mayor: levantar la losa de los 3o años de falsa normalidad democrática, revertir las inercias peligrosamente asentadas en la sociedad vasca, acabar con el caldo de cultivo que hace que el 15% de los jóvenes vascos se sitúen en los aledaños ideológicos que aseguran la supervivencia vengativa de ETA.

Más que una tarea, pues, lo suyo es una verdadera misión, una encomienda histórica que requiere valor, coraje y espíritu épico, porque, entre otras razones, no hay que olvidar que este primer gobierno no nacionalista vasco ha nacido bajo la amenaza expresa de ETA y que todos aquellos que forman parte de él tienen que sobreponerse a la intimidación.


"Que la sociedad vasca haya llegado a no ver ni apreciar como monstruoso lo que ocurre en su seno es el dato más terrible que interpela nuestra conciencia", ha escrito el analista José María Ruíz Soroa, a propósito de la ceguera moral instaurada en la sociedad vasca. La losa conformada a lo largo de estos lustros está hecha con los materiales del miedo y el chantaje terrorista,pero también con la corbata que les brinda la deslegitimación, por española, del Estado y la democracia; con la impunidad resultante de la política de apaciguamiento aplicada al mundo de ETA-Batasuna, con el efecto social de la presión-obsesión indentitaria ejercida por las instituciones vascas.

"Se ha dado por bueno y admisible que los violentos pudieran ser ensalzados públicamente y que, a la vez, las víctimas hayan tenido que estar ocultas y ocultadas; hemos dado por bueno que organizaciones ilegales ocuparan espacios públicos pagados por todos, que el matonismo se instalara en los cascos viejos de nuestras ciudades y fiestas...", reune Ángel Altuna, miembro de la asociación de víctimas Covite e hijo de uno de los asesinados por ETA. Para muchas víctimas que no contaban ya con recibir el abrazo institucional vasco, el cambio ha sido descubrirse una mañana ante el espejo con una media sonrisa, un brillo de ilusión en la mirada.


"En una situación de terrorismo activo, el miedo genera el aprendizaje de la siguiente pauta de conducta: No hay que significarse. Cada uno a lo suyo, y que cada cual se las arregle como pueda. Se crea la ley del silencio y las gentes adoptan un tono de cautela en el hablar y hasta en el mirarse los unos a los otros. Los que se compromenten pasan por apestados porque los aldabonazos de la conciencia se subordinan a la comodidad de la convivencia. Al no poder vivir en la permanente y corrosiva tensión de los sesinatos, las bombas, las extorsiones y las amenazas, se activan mecanismos de defensa contra lo angustioso y desagradable para evitar la culpa", indica el catedrático de Psicología.

La sobrevaloración del euskera, erigido en el elemento vital de la identidad vasca, ha llevado a la aplicación de medias discriminatorias en los puestos de trabajo públicos, particularmente en el ámbito de la enseñanza y la sanidad. Se ha llegado a la aberración de que a un cirujano se le puntúe más el conocimiento del euskera que su expediente académico, pero la sociedad no ha hecho escándalo de tantas otras sangrías profesionales.
Parte de la población vasca -en realidad, sólo el 30% habla euskera- ha llegado a interiorizar que el desconocimiento de la leguna es un déficit personal, una falla, un estigma culposo que recae sobre sí mismo o sus progenitores. ¿Cabe extrañarse, a la vista de ese silencio, de esa ausencia de crítica, de que el nacionalismo se haya atribuido en exclusiva al derecho a definir qué es ser vasco y cómo deben comportarse los auténticos vascos?

La manipulación política nacionalista del euskera y su obligatoriedad han hecho, además, que la lengua vasca, patrimonio común a defender, sea visto por una parte de la población como algo antipático, forzado, que se utiliza de puertas afuera para quedar bien, pero se cultiva muy poco en la realidad. Es el precio de ignorar que el aprendizaje de las lenguas requiere, antes que nada, predisposición afectiva. Claro que mientras muchos profesionales se buscan la vida fuera del Euskadi, una nueva burguesía nacionalista surgía al calor de la exigencia del euskera en la Administración.

"Lo que vamos a hacer con el euskera es fomentarlo con idéntico esfuerzo presupuestario que hasta ahora, pero aplicando el sentido común y prescindiendo de esas políticas absurdas y disparatadas que han generado rechazo. Los padres tienen derecho a decidir en qué lengua quieren escolarizar a sus hijos", anuncia el lehendakari.
La herida de los damnificados sigue en carne vida, a pesar del tiempo transcurrido. Las políticas nacionalistas arrasaron un sistema educativo público excelente.

Consiguieron arrinconar la enseñanza en castellano y que la mayoría de los profesionales se expresara en Euskera, pero el impacto en el plano educativo ha sido enorme. En nombre de una falsa patria y de una no menos falsa idea de la contrucción nacional, han sacrificado a profesores y alumnos para imponer un euskera de plástico.


Por grande que sea el empeño, por exitosa le gestión del lehendakari, no cabe contar con que el cambio llegue a penetrar en los corazones de hielo ni en los cerebros de demento armado, y aspirar tampoco a que la metamorfosis vasca se produzca en el plazo de dos o cuatro años. A lo que sí cabe aspirar a que el nuevo Gobierno labre un surco nuevo y profundo en la vida política vasca, demuestra una manera de mirar, sentir y actuar diferente.

"La clave de bóveda de nuestro proyecto político" -subraya Patxi López- "es construir un nosotros vasco solidario, no uniformador, que nos reúna como hombres libres y autónomos por encima de trincheras y frentes".

Pese a las extraordinaria medidas de seguridad a las que tendrá que someterse, el lehendakari dice que no quiere encerrarse en Ajuria Enea, que buscará el partido y la calle, que necesitará el aliento de que otro Euskadi es posible, que se puede burlar la fatalidad del destino ideado por el terrorismo, levantar la cabrza, caminar juntos en libertad.

NOTA: Pienso que cada lengua es en sí una manera de entender la vida, y de eso es de lo que se andamos faltos: de dejar de ver problemas donde no los hay y de entender que una persona vale más cuanto más sabe, sin intentar politizar el conocimiento, y que no se puede amar algo que no se ha tenido la oportunidad de conocer, sea el euskera  o  las matemáticas.

Premios Nobel

Cuando Alfred Nobel decidió que una parte proporcional de su inmensa fortuna fuese a parar todos los años a las manos de los más preminentes hombres y mujeres de las ciencias y la literatura buscó redimirse. Sus últimos días fueron angustiosos. No podía soportar las consecuencias del uso militar de la dinamita, su gran invento. Apesadumbrado, se transformó en un pacifista confeso. En su testamento dejó muestra de ello. Así podemos resumir sucintamente el origen histórico de los cinco premios que llevan su nombre. Un sexto, el de economía, se añadiría apócrifamente en 1968.

El deseo de Nobel fue premiar el esfuerzo en física, química, medicina o fisiología, la creación literaria y a quienes dedicaban su actividad a luchar por la paz. Los candidatos en todas las categorías y por tanto los ganadores debían sobresalir por sus aportes en beneficio de la humanidad y proyectar una vida ejemplar. Muchos son los nombres asociados a esta perspectiva. En química Ernest Ruherford o Linus Paulin, en física Max Planck, Marie y Pierre Curie, Einstein o Niel Bohr, en medicina Santiago Ramón y Cajal, Jaques Monod o Severo Ochoa, en literatura Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz, entre otros. En el caso concreto del Nobel de la paz, el beneficiario, persona o institución, debía, según rezaba el testamento: llevar a cabo la mayor o mejor labor a favor de la fraternidad entre las naciones, por la abolición de los ejércitos permanentes y por la celebración y el fomento de congresos por la paz..

No han faltado años en los cuales una de las cinco categorías haya quedado desierta. En física la primera vez ocurriría en el año 1916, repitiéndose en 1931 y 1934; en medicina no se entregó los años 1921 y 1925, en literatura durante la Gran Guerra y en 1935. En cuanto al Nobel de la paz, 1923, 1924, 1948, 1955, 1956. Hay que destacar que durante los años de la segunda guerra mundial no se concedieron en ninguna de las cinco vertientes.

Aunque las opiniones del jurado para conceder el premio contienen una dosis de subjetividad, declararlo desierto, explicita la dificultad para hacerse acreedor del mismo. Así, el premio Nobel ganó en prestigio. Sin embargo, desde los años 70 del siglo XX cayeron en desgracia. La muestra más flagrante del despropósito fue concederlo a Henry Kissinger en 1974, genocida de guante blanco acusado de crímenes de lesa humanidad y responsable de los bombardeos de los B-52 en Vietnam. Pero cuatro años más tarde, será entregado a Menachen Begin un terrorista confeso de múltiples muertes contra ciudadanos palestinos en los años 50 del siglo pasado. Así, comienza una era marcada por el desconcierto y el descrédito. Los Nobel pierden su lustre. Se conceden por motivos menos altruistas y rompiendo su filosofía inicial. Así, en el Nobel de fisiología o medicina, las compañías farmacéuticas presionan para que sus investigadores sean los beneficiarios. En 2008, el laboratorio AstraSeneca, la multinacional británica, intervino para que dos jurados, asesores de la compañía, apoyaran la candidatura del medico alemán Harald zur Hausen por sus trabajos sobre el virus del papiloma humano que puede causar el cáncer de útero. Tuvieron éxito. No faltó tiempo para que AstraSeneca desarrollara dos vacunas controlando las patentes, el mercado y el proceso de innovación tecnológico. Algo similar ocurre en el Nobel de economía. Durante la hegemonía del liberalismo económico, sus agraciados han formado parte del grupo de Mont-Pèlerin creado por Hayek y Von Mises en 1946. El propio Hayek lo recibirá en 1974, a continuación lo hará Milton Friedman en 1976, seguidos por George Stigler en 1982, James Buchanan en 1986, Maurice Allias 1988, Ronald Coase en 1991, Gary Becker 1992 y Bob Lucas en 1995. Algo sospechoso si consideramos que provienen de una corriente marginal en la teoría y desarrollo de la economía hasta los años 70 del siglo pasado.

Las presiones se suman y los intereses creados desdibujan su filosofía inicial. Sobre ellos pende un halo de corrupción donde se cuestiona un año sí y otro también el nombre de los agraciados. Muchos son los posibles y pocos los elegidos. Algunos podrían argumentar que los dos premios más cuestionados, el Nobel de la paz y el de medicina, no los concede la academia sueca, sino su comité en Oslo y el Instituto Karolinska, intentando lavarse las manos. Aduce autonomía en las decisiones. Y podría ser verdad, sólo que compromete la transparencia y el buen hacer de la fundación Nobel. Sin embargo, hoy, los jurados que premian los apartados de física, química o literatura también son presa de la desconfianza.

Por este motivo, conceder el Nobel de la Paz a Barack Obama no es un acto de agravio, ni un despropósito, marca una tendencia en la cual han caído los Nobel. No hay nada que destacar del actual ocupante de la Casa Blanca en su lucha por la paz. Pero tampoco se consideró dicha circunstancia cuando en 2002 se concede a James Carter, autor material de la guerra de Afganistán, de apoyar con misiles tierra aire a los Talibán y de favorecer la expansión de las transnacionales estadunidenses en África a costa de aumentar el conflicto en la región. Obama no es distinto, por ello no hay que rasgarse las vestiduras. Su política consiste en aumentar la presencia de sus tropas en Afganistán, apoyar a Israel en su política de exterminio contra el pueblo palestino e instaurar bases militares en Colombia, Perú y México. Asimismo defiende a regímenes como el paquistaní y reniega de soluciones democráticas en Honduras. No favorece la paz ni busca la abolición de los ejércitos o la fraternidad entre las naciones como reza el testamento de su creador. Por consiguiente se altera la voluntad de Alfred Nobel y con ello se descompone la credibilidad de sus jurados. Tal vez hay que llegar a una triste conclusión, dejar de pensar en los Nobel como un premio de premios. Hoy forman parte de la sociedad del espectáculo, se degradan y pierden el componente ético asignado por Nobel. Descansen en paz.

"Antes entrenaba para jugar y ahora entreno para vivir"

Ha pasado un año luchando contra un tumor cerebral. Con tensión y agallas se ha empeñado en vencerlo. La enfermedad ha cambiado a Severiano Ballesteros. Ahora, el triunfo es vivir.

- Pero pra triunfar también necesita empeño. ¿Cómo se gana en esta vida?
Pues creo que primero uno piensa en lo que quiere conseguir. Lo visualiza y después busca el camino para llegar a ello. Con trabajo y constancia, lo logras.

- ¿Y la frustación será cuestión de que falta alguna de las dos cosas? ¿Uno piensa en lo que quiere y después no lucha por ello y llega el chasco?
La frustración viene por culpa de uno. Hay que luchar por lo que deseas. La frustración llega la mayoría de las veces por no pelear suficiente. Frustrado es quien no lo intenta. Quien no tiene constancia.

- En esta vida, ¿qué le gustaría ser de mayor?
Estoy muy pendiente de mis hijos. Tienen 19, 17 y 15 años, justo en ese momento que deben elegir el buen camino en la vida. Me gustaría verles crecer, que estudien y sobre todo que sean buenas personas.

- Mala edad esa, cierto.
Pues sí, hay que aclarar sus inseguridades. Su camino es seguir estudiando. También practicar los deportes que han elegido. Uno de ellos juega al golf, otro al fútbol, pero deben saber que, por mucho talento que tengan, sin constancia no hay nada.

-Siempre se ha empeñado enque sus hijos vean, aunque no crecieron con las estrecheces de su infancia, que no hay nada regalado.
Siempre se lo digo. La vida es como un deporte, una lucha continua, una lucha diaria frente a los contratiempos.

-Pero de todo, lo más difícil a lo mejor en este mundo es empeñarse en lo que antes decía: enseñarles a ser buenas personas. ¿Cómo se puede lograr eso?
Sí, es lo más difícil. La juventud, hoy en día, tengo la impresión de que lo único que quieren es divertirse y pasarlo bien. Derechos sin obligaciones. Es un error. Hay que mezclar las dos cosas. Las mejores personas son aquellas que se sienten bien consigo mismas. Por eso es tan importante cumplir metas y tenerlas claras. Porque al lograrlas te hacen sentir satisfecho y te conviertes en buena gente. En cambio, quienes no van por ese camino y se frustran, después padecen inquina, rencor.

- Es decir, según usted, ¿la ambición nos puede hacer buenos?
Yo creo que sí. Pero hay que tener cuidado con los objetivos. Tienen que ser realistas y alcanzables. Ir poco a poco.
Esto dura mientras tengas ganas, deseos de ganar, hambre de triunfo. Hay que despejar la mente y jugar bien, despampanante.