El fascismo despierta en Italia

Más de 55.ooo personas afiliadas; decenas de grupos "ultras" en los estadios de fútbol; bandas de rock nazi o identitario; agresiones contra extranjeros, negros, homosexuales.
Bajo el sonriente paraguas de Silvio Berlusconi, vuelven a Italia las consignas totalitarias y la violencia fascistas.

El fútbol, el culto a Hitler, la música hardcore y el rock identitario, las ocupaciones de casas, la nostalgia del grupo Terza Posizione, que sembró el terror a finales de los setenta; el Blocco Studentesco, que reventó hace unos meses las propuestas estudiantiles contra la reforma educativa del Gobierno; las agresiones continuas, las ideas de la Liga y de Forza Nuova elevadas a leyes de Estado, las frases revisionistas de Berlusconi sobre Mussolini ("no mató a nadie, mandaba a los opositores de veraneo"), y el férreo control de los medios de comunicación que ejerce el primer ministro conforman un panorama confuso, opaco, cada día más inquietante.

En Nazirock, una voz española, la de Manuel Andrino, jefe de Falange, hablando ante el congreso de Forza Nuova, aporta claridad: "¡Adelante, camaradas, hasta el exterminio total de los enemigos!"

"Legitimado, si no alentado desde el poder, cabalgando a lomos de la industria del miedo agitada por los medios de Berlusconi, y azuzado por la ignorancia, el nuevo fascismo italiano ha salido de las alcantarillas", afirma Claudio Lazzaro. "Pero sería erróneo afirmar que estamos en una dictadura y que Berlusconi es un neofascista. La historia no se repite nunca de la misma forma. Estamos frente a algo nuevo, ante una anomalía de los cánones de la democracia equivalente sin duda a lo que el fascismo representó en su día. Es un nuevo tipo de dictadura que trata de eliminar la separación de poderes y de esclavizar a la prensa. Es sin duda una deriva antidemocrática".

"Quizá se puede llamar empresarismo autoritario", concluye Lazzaro, "porque Berlusconi se comporta como un consejero delegado, y considera que la prensa y las televisiones son su órgano de información. En 15 años ha modificado el ADN de los italianos, ha sacado lo peor de nosotros y ya no nos reconocemos. Pero su técnica de marketing político es sencilla, estaba ya en Mi lucha, de Hitler: haz feliz al más ignorante, dirígete al más estúpido de la masa y así llegarás a los grandes números. Se trata de entenderlo, de darle un nombre y de combatirlo. Pero me temo que cuando lo hayamos entendido será demasiado tarde".

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