En este contexto se está produciendo el denominado "despertar de la consciencia". Revelación que suele vivirse como un clic en nuestra mente. Y consiste en reconocer que nuestra vida interior puede ser mucho mejor: que nosotros mismos podemos cambiar, crecer y evolucionar para ser más felices de lo que somos ahora. Lo queramos o no ver, ha comenzado una nueva era con una nueva filosofía: la responsabilidad personal. Dentro de poco no valdrá engañarnos a nosotros mismos, amparándonos en el círculo vicioso del victimismo. Más que nada porque no funciona.
Lo que sí da resultado es hacer lo que probablemente menos nos apetece: enfrentarnos a nuestros miedos e inseguridades para empezar a tomar las riendas de nuestra vida. Loque está en juego es aprender a llevar una existencia feliz y con sentido. Todo se reduce a comprometernos con nuestro proceso de entrenamiento emocional.
"Solemos creer que seremos felices cuando las cosas nos vayan bien,
pero las cosas nos empiezan a ir bien cuando aprendemos a ser felices"
(Irene Orce)
El coaching es un proceso de acompañamiento profesional que promueve nuestro autoconocimiento y desarrollo personal. Y parte de la premisa de que todos los seres humanos somos mucho más de lo que creemos ser: todos albergamos en nuestro interior una serie de cualidades, habilidades y competencias que podemos entrenar para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. De aquí que el coach -que en ingés significa "entrenador personal"- haga de puente entre la persona que somos y la que podemos llegar a ser.
"Por mucho que te explique a que sabe lamermelada de higo,
no lo sabrás hasta que la pruebes por ti mismo"
(Javier Marigorta)
Para ser coach no basta con adquirir conocimiento: es necesario encarnar lo que se sabe. Si no hay coherencia entre la teoría y la práctica es que todavía no se comprende la información que se conoce. Por tanto, lo que se ha logrado con uno mismo, es decir, lo que se manifiesta en la propia vida, es lo único que se puede ofrecer y transmitir a los demás.
"Verdad es todo pensamiento que deja paz y armonía en nuestra mente
y todo acto que que deja paz y armonía en nuestro corazón"
(Gerardo Schmedling)
Existen tres indicadores internos de desarrollo personal: el primero consiste en verificar si somos felices, es decir, si nos sentimos a gusto con nosotros mismos estemos donde estemos y en compañía de quien sea. En segundo lugar, si experimentamos paz en nuestro interior, que nos permite dejar de reaccionar impulsiva y negativamente frente a la adversidad. Y en tercer lugar, si verdaderamente gozamos de este equilibrio interno, mantendremos en todo momento la humildad necesaria para servir a las personas que nos rodean.
A partir de estas tres virtudes internas, existen otros cuatro indicadores externos: un óptimo estado de nuestra salud física, la armonía de nuestras relaciones personales y profesionales; disfrutar de recursos económicos suficientes para poder vvir dignamente y la flexibilidad necesaria para adaptarnos y fluir en el lugar donde vivimos.