Sin embargo, ni las milenarias culturas están libres de la codicia de los hombres. Nada pueden hacer los dioses ante ellos más que observar horrorizados el incansable empeño de los humanos por destruir lo que tanto esfuerzo costó erigir.
Las ancestrales enseñanzas dadas por los divinos padres a los habitantes del Valle del Nilo corrían peligro de caer en el olvido, víctimas de la ambición desmedida y la traición. Los que una vez no fueran más que ignorantes, se creían ahora tan poderosos como para desafiar al propio maat; la esencia misma de Kemet.
"El hombre no posee el poder de crear vida. No posee tampoco, por consiguiente, el derecho a destruirla." (Mahatma Gandhi)
"El hombre es un lobo para el hombre." (Thomas Hobbes)
"Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz." (Friedrich Nietzshe)
"La humanidad progresa. Hoy solamente quema mis libros; siglos atrás me hubieran quemado a mí." (Sigmund Freud)
Yo ahora estoy leyendo La conjura del faraón de Antonio Cabañas, un interesante libro y que ayuda a comprender mucho mejor la degradación del imperio del Nilo.
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