Lectura: La Sombra de Viento (Carlos Ruíz Zafón)

Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando. El corazón me batía en el pecho como si el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió azorado a mi habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme.

- No puedo acordarme de su cara. No puedo acordarme de la cara de mamá - murmuré sin aliento.

Mi padre me abrazó con fuerza.

- No te preocupes. Yo me acordaré por los dos - dijo.

Nos miramos en la penumbra, buscando palabras que no existían. Aquélla fue la primera vez que me di cuenta de que mi padre envejecía y de que sus ojos, ojos de niebla y de pérdida, siempre miraban atrás. Se incorporó y descorrió las cortinas para dejar entrar la tibia luz del alba.

- Anda, vístete, quiero enseñarte algo - dijo.

- ¿Ahora? ¿A las cinco de la mañana?

- Hay cosas que solo pueden verse entre tinieblas - insinuó mi padre blandiendo una sonrisa enigmática que probablemente había tomado prestada de algún tomo de Alejandro Dumas.

2 comentarios:

  1. Hay cosas que son difíciles de ver, que son difíciles de creer, a veces, uno conoce a una persona y cree que sabe, al menos vislumbra, cómo es, pues no señoras y señores, por muy cerca que estes ocreas estar de una persona, nunca te das cuenta de cómo es hasta que ya es demasiado tarde para poder hacer algo al respecto.

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  2. Un ABRAZO es el festejo del encuentro,
    el consuelo del dolor,
    la alegría de tener a la persona que aprecias...

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